POR: Cristina
Pizarro
Preliminares
Tomando como punto de partida que la
identidad es un proceso de interacción social, es importante rastrear las
distintas modalidades según los períodos del Iluminismo, la Revolución
Industrial y los tiempos modernos.
El sujeto del Iluminismo es un sujeto
individualista y predomina su capacidad de razonar (Renacimiento del siglo XVI
y la Ilustración del Siglo XVIII). No hay diferencia entre los seres.
El sujeto de la Revolución Industrial
ya no es autónomo y autosuficiente sino que se forma en relación a los “otros
significativos” ligados a la cultura del mundo que el sujeto habita.
El sujeto postmoderno se
desestabiliza, vive fragmentado, escindido, en medio de las contrariedades, en
una sociedad que se caracteriza por la diferencia.
El sujeto postmoderno se ha ido
conformando por la inclusión de los aportes del capitalismo marxista, la noción
del inconsciente. Hay heridas narcisistas que ubican al sujeto en otra
dimensión. Ya no puede dominar su razón, depende de las relaciones sociales. El
cambio de lugar del rol de la mujer también provocó modificaciones.
Es interesante considerar el aporte
de Paul Ricoeur acerca de la identidad narrativa, en tanto destaca el tiempo,
la historia, la memoria en la construcción identitaria.
Somos protagonistas de diferentes
historias y narrar los episodios y acontecimientos de nuestras vidas nos da la
posibilidad de hacerlos inteligibles para nosotros mismos y los demás.
La ilación, la coherencia produce un
entramado argumental y de esa manera llegamos a conocer y comprender el mundo
social. Para Ricoeur, “comprender no es ya entonces un modo de conocimiento,
sino más bien un modo de ser, el modo de ser del ser que existe al comprender.”
La narratividad es el flujo de quién
soy hoy, quién he estado siendo y lo que sucederá después.
Habiendo hecho hincapié en los rasgos
del sujeto, proponemos una reconstrucción
de la identidad que no sólo sufre quiebres, sino que se perfila en
nuevas formas más sólidas cuando se enraízan en la organización de una trama
constituida por la interacción vincular de personajes protagónicos y
antagónicos.
Un camino posible es la exploración
de un espacio biográfico o autobiográfico que brindará el sustento de la
creación.
Para abordar este estudio, es
importante considerar algunos aspectos:
1.- Hibridización y descentramiento.
Para el abordaje del espacio
biográfico, nuestro punto de partida está constituido por los ejes de la
narración, la identidad y lo dialógico, situados en un contexto en que es
necesario considerar la modernidad y la postmodernidad, que nos brindarán la
oportunidad de enfocar los géneros literarios que integran el campo de lo
biográfico (memorias, correspondencias, diarios íntimos, entrevistas, etc.).
Necesitamos realizar una exploración
del sujeto en los distintos momentos
históricos mencionados. En la metafísica moderna, encontramos un sujeto
autónomo, centrado y transparente, mientras que en la postmodernidad, hallaremos
un sujeto descentrado (según el postestructuralismo) y un sujeto construido en
torno a un vacío (según Lacan)
Se producirá una hibridización en la
cultura y por ende también en los géneros literarios. Estamos ante una
conformación de nuevas áreas de indecibilidad en el conjunto complejo
social/institucional y como base para el despliegue de juegos de lenguaje más
radicales, que ponen en cuestión los puntos de referencia de la certeza.
El dialogismo de Bajtin nos lleva a
la otredad, heterogeneidad, a la alienación de toda identidad.
Podemos entender otredad, en tanto el sujeto que expresa su
discurso a otro que se constituye a través de aquel.
2.- Búsqueda de trascendencia.
El ser humano necesita dejar huellas,
rastros, inscripciones de su singularidad que es un tiempo de búsqueda de trascendencia.
Lo biográfico alude a distintos géneros discursivos: biografías, autobiografías,
confesiones, memorias, diarios íntimos, correspondencia
Entre los rasgos que irrumpen en los
géneros discursivos a partir de la postmodernidad podemos considerar la crisis
de los grandes relatos legitimantes, la pérdida de la certeza y fundamentos de
la ciencia, la filosofía, el arte, la política, el descentramiento del sujeto,
la valorización de los microrrelatos, el desplazamiento del punto de mira
omnisciente y ordenado en beneficio de la pluralidad de voces, la hibridación.
La mezcla irreverente de cánones, retóricas, paradigmas y estilos.
Según Bajtin en Estética de la creación verbal, el eje de la concepción de género discursivo,
apunta a la heterogeneidad, el diálogo intertextual.
La vida se narra a varias voces
considerando el eje de la temporalidad .Es
importante situarse en ese “mientras “. Mientras esto sucede, a mí me
atraviesan una diversidad de cosas.
La identidad se entrama en un
intertexto histórico, social, cultural, corporal. En síntesis en el devenir de
la vida.
3.- Hacia la construcción de la identidad.
Hay una indagación constante en el
campo de las ciencias sociales, de las ciencias del lenguaje, la Lingüística,
el psicoanálisis. No es una sumatoria, sino una articulación. Una búsqueda
reflexiva de compatibilidades conceptuales
Debemos destacar los rasgos del discurso de lo
autobiográfico en la errancia, el desdoblamiento, el desvío, la máscara, las
perturbaciones de la identidad
La falla y el vacío constitutivo del
sujeto provocan la necesidad de identificación en un espacio en que el ser está
habitado por la otredad del lenguaje.
El anclaje en la narratividad, que
dará una forma ordenada al relato, favorece la construcción de la identidad.
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