jueves, 17 de noviembre de 2011

GUTIERRE DE CETINA: “Poeta del amor”



POR MIRTA EVA RUIZ

En aquella época luminosa del Siglo de Oro Español, en que aún resonaba el látigo de las olas sobre las carabelas -que dieron lugar a una nueva historia en el mundo- también salpicaba a la literatura de nuevos matices. Así se vio en la tinta de algunos poetas, como es el caso de Gutierre de Cetina. Aquel sevillano nacido alrededor de 1.520, en el seno de una familia noble y acomodada. Fue llamado por algunos historiadores “Poeta de la Colonia”.
Militar de profesión, fue “hombre de armas y letras”. Estuvo en la Corte de Carlos V, por lo que tomó parte en las guerras que se estaban llevando a cabo en Alemania, Francia y el Mediterráneo. En la corte, muestra sus dotes de galán ante las damas.
Vivió largo tiempo en Italia, antes de partir para México en 1.546.
Su presencia en tierras de América, lo enriquecieron en experiencias de amantes y galanterías, convirtiéndose en el “Poeta del amor”, como dieron en llamarlo.
¿Pero fue realmente Gutierre de Cetina un poeta de la Colonia? Decididamente no; así la opinión de la mayoría de los historiadores que recopilaron su obra. Sin embargo, en el afán de enriquecer los anales de la primitiva literatura americana, muchos estudiosos lo integraron a ella, sin otras consideraciones. Su incursión por las nuevas tierras, no necesariamente lo convierten en tal, por dos razones fundamentales:
1- En los numerosos poemas escritos, es posible descubrir, muchos elementos que lo identifican con la literatura hispana.
2- El poema puede ser colonial, cuando a sus coordenadas temporoespaciales, une otra condición: la de no haber podido escribirse sin América. Es decir, que el tema nacional sea preponderante, y no esté desplazado por otros temas anecdóticos o axiales.
En la poética de Cetina, por ejemplo, casi no aparece el tema americano. Es sabido que el poeta, compuso la mayoría de sus obras importantes en Sevilla, antes de partir para México.
En verdad, el abordaje de la vida y obra de Cetina, difiere entre los distintos autores y la recopilación de la misma, no ha sido tarea fácil.
El esplendor de la cultura española, esencialmente el Renacimiento del siglo XVI y el Barroco del siglo XVII, se extiende desde la publicación de la Gramática Castellana de Antonio de Nebrija (1.492), hasta la muerte de Calderón (l.681). En la aurora de su apogeo, destelló la obra de Miguel de Cervantes y Lope de Vega. Si bien Gutierre de Cetina no es de la talla de éstos, ni de tantos otros destacados, no debiera ser considerado un poeta ignoto ni menor; aunque su literatura haya sido oscilante.
Su obra está compuesta por cinco madrigales, doscientos cuarenta y cuatro sonetos, once canciones (todas amorosas), nueve estancias, diecisiete epístolas (dirigidas a sus amigos), una sextina y una oda. Todos estos poemas fueron recogidos e impresos en Sevilla, en 1.895, por don Joaquín Hazañas.
En prosa compuso: Discurso sobre la poesía castellana y Diálogo entre la cabeza y la gorra.
Cuando era joven, utilizó el sobrenombre de Vandalio y cantó amores a una dama sevillana no identificada, a la que llama Dórida. Hacia 1.537 en Valladolid, donde residía el emperador Carlos V, se enamoró de otra dama a la que llama bajo el nombre de Amaridilla. En 1.545 se volvió a enamorar de una joven condesa: Laura Gonzaga, que contrajo matrimonio pocos años después, con Juan Francisco Trivulcio. Algunos historiadores comentan que el infortunio de este amor, le inspiró el famoso Madrigal, que fue una de sus obras más destacadas, y cuyo comentario se hará más adelante.
Es en México donde hipotéticamente encuentra la muerte, víctima de un ataque con arma blanca, al ser confundido con otra persona. Hay diversas teorías sobre este suceso. El proceso judicial, consta en el archivo general de Indias de Sevilla, donde se reflejan todas las declaraciones al respecto. Aunque no se conoce la fecha exacta de su fallecimiento, se supone que fue en 1.557, con aproximadamente cuarenta años. Hay quienes sostienen que volvió a España, para que su tierra fuese su sepulcro.
Perteneció a la llamada “generación de petrarquistas”; junto con Boscán, Garcilaso, Hernando de Acuña y Diego Hurtado de Mendoza. Llamados así, por el esfuerzo en encontrar un nuevo lenguaje poético. También al grupo de Ausías March.
A semejanza de los grandes autores que produjeron sus obras en momentos de sufrimiento, así también lo hizo Gutierre de Cetina. Sus quebrantos amorosos, fueron motivo de que en sus creaciones, la belleza poética se traduzca en vocablos plenos de desilusión y desengaño. Se ha dicho, que ha resultado muy complejo seguirle los pasos a este poeta sevillano; más aún, dilucidar parte de su vida y de su obra. La ordenación de esta poesía se hace difícil, porque siendo obra de intimidad, apenas deja transparentar la circunstancia de su motivo y su escritura. De todas maneras, tuvo oportunidad de vivir un tiempo en Sevilla, donde escribiría y retocaría parte de su producción.
La universalidad de la obra de Cetina es definitiva. Si bien, no se puede identificar lo hallado como rotundamente verídico, es mucho lo que se discierne de este autor, basándonos en sus poemas. Además se señala, cómo la experiencia vivida por un autor-poeta, está ligada a su creación. No se puede ignorar la vida y el contexto social en el que deambuló. El verso en sus manos, fue un mediador en la expresión de sus sentimientos. Por tanto, casi todo, es considerado material autobiográfico.
Un análisis profundo de su obra nos lleva a inferir, que el poeta era un petrarquista, toda vez que sigue un código ya establecido. Estos poetas en general, despreciaban los romances; no obstante se observa en Cetina, tres de ellos acosonantados; siendo aún, el de menos concesiones a lo tradicional. La poesía cancioneril dejó sus huellas, como se puede observar en los versos octosílabos del poema: Ojos claros y serenos, que le dieron mayor fama y le hicieron partitura para ser interpretado en vihuela: Ojos claros, serenos/ si de un dulce mirar sois alabados/ ¿por qué, si me miráis, miráis airados?/ Si cuanto más piadosos, más bellos parecéis a aquél que os mira/ no me miréis con ira, porque no parezcáis menos hermosos./ ¡Ay tormentos rabiosos!/ Ojos claros, serenos,/ ya que así me miráis, miradme al menos.
Este madrigal, ha sido una de las composiciones de más valor significativo, en cuanto a su contenido y belleza, hecho por el cual pasó a la posterioridad.
Por otra parte, teniendo en cuenta que Cetina fue buen imitador ( muy común en aquella época), es importante su adopción de las formas poéticas italianas. En él alcanzan destacadas dimensiones, desde dos vertientes. Por un lado la que corresponde a la teoría literaria, y por otro, su forma particular de la creación: por ejemplo en la Canción V comparándola con la de Ludovico Ariosto, Cetina cambia los nombres originales; también modifica las referencias temporales. En otras, adopta el motivo pero dándole significación opuesta, acorde a su propia experiencia. Así es el caso del verso donde nos dice que amó: por pensada elección no por destino (soneto II, V 14) a imitación de otro de Petrarca, donde se observa que termina con la idea opuesta de éste: “Amor la spinge e tira/ non per elezione ma per destino”.
Siendo Cetina petrarquista, es imprescindible tratar sobre la métrica italianizante en su poesía. El uso del endecasílabo, es la característica principal en la nueva modalidad de la poesía española, junto con Diego Hurtado de Mendoza y Hernando de Acuña. Lo adoptaron, concluyendo la obra iniciada por Boscán y Garcilaso.
Desde el punto de vista rítmico, de la métrica silábica, el endecasílabo prima en la obra poética de Cetina. También se destaca la presencia de la polirritmia y cómo se mezclan los ritmos endecasilábicos, con ciertos efectos estilísticos. Según Begoña López de Baher. “ El empleo de una determinada combinación de ritmos, es en los buenos poetas, un medio para lograr consciente o inconscientemente, la más plena efectividad creadora de la expresión”…
En su realidad poemática, Cetina no comunica sus sentimientos en forma directa, sino ajustándose a códigos preestablecidos.
Las teorías amorosas que surgieron en el siglo XVI, fueron producto de seguir a Platón y a Petrarca, pero con diferentes apreciaciones e influencias de Marsilio Ficino, León Hebreo, Bembo Castiglione. También hay otras corrientes que influyen en la teoría amorosa, como la del amor cortés en postrimerías de la Edad Media; la corriente realista castellana y la Ovidiana. Este complejo de movimientos, propicia que los poetas españoles, plasmen “un amor espiritualizado e idealizado”. Interpretan el amor como un ansia de belleza y sufrimiento, que también se da en Gutierre de Cetina.
En síntesis: 1) Cetina se caracteriza básicamente por el tema del amor; sobre todo, el amor como constante sufrimiento, y éste será tan imperecedero como su causa. Que el amante está predestinado para amar a una determinada dama, (esta tradición se halla presente desde el amor cortés). 2) La ausencia: común en la lírica renacentista, que aflora en diversos poemas suyos. 3) Su lamento por lo que vive en el presente, respecto de su felicidad en el pasado. El tema del bien perdido, es uno de los principales ejes en su poesía. 4) Vacilación entre contrarios: la esperanza y la desesperanza. 5) El recelo, el temor; cuando afirma que la inseguridad lo mantiene temeroso. El recelo “el peor de los sufrimientos”. 6) El binomio que se da en el amor como engaño-ilusión. El poeta-amador, escoge seguir amando a su amada, sin hacer esfuerzo para salir de esa situación. Es como si gozara de su sufrimiento. 7) La muerte por amor. El pensamiento de la muerte queda enraizado en la tradición del amor cortés, cuya complicación conceptual, no está exenta de cierto masoquismo. 8) Falta de desahogo en el hablar: el silencio impuesto. Dado que dentro de esta misma línea -que él ha seguido- el amado no puede decir el nombre de la amada; impide que el poeta se desahogue.
La poética de Gutierre de Cetina, está llena de exaltación del amor y de la belleza. Sus comparaciones son vivas, apasionadas, como en este fragmento de: Yo diría de vos tan altamente:…Ante vos las estrellas/ como delante el sol, son menos bellas./ El sol es más lustroso, más a mi parecer no es tan hermoso./ ¡Qué puedo decir, si cuanto veo,/ todo ante vos es feo!...” El amor en todas sus facetas, es lo que inspira su obra.
Además, siempre los ojos, como vimos en Ojos claros y serenos. También en este poema: “Cubrir los bellos ojos/ con la mano que ya me tiene muerto”.Soneto VI: “Ojos cuya beldad entre mortales/ hace inmortal la hermosura mía”…(Y tantos más, que podrían citarse). No importa si lo miran con desdén, con desaire o miran a otro.
En cuanto al adjetivo “rabioso” que utiliza con frecuencia, creo que es una forma de enfatizar algo muy fuerte, muy vivo o desesperado; así parezca una antítesis dentro de su estética.
Su manera de entender la muerte, como única salida a su pesadumbre. Pero cuando en su Elegía dice: “en la muerte del cuerpo no hay partida:” Podría interpretarse que la muerte, más allá de única salida, también trae resignación; cuestión que no pasa cuando el amor se aleja. Cómo se verá, hay un batallar constante de sentimientos.
Son muchos los puntos importantes de este autor, que quedan sin ser mencionados. Pero se debe reafirmar, que su obra ha sido un gran aporte para la literatura española. Hizo innovaciones a la técnica poética, y supo expresar por medio de las palabras, los más bellos sentimientos.
Sin lugar a dudas, podría decirse que no sólo es el poeta del amor, sino también el de los ojos, ya que ha sido el que mejor ha tratado este tema en su lírica. El encanto de mirar, la comunicación que conlleva, el reflejo del alma; la forma, su luz, la belleza de la mirada femenina medida con palabras.
Gutierre de Cetina, tal vez no llegó al verso acrisolado por la depuración, como Garcilaso. Sí fue pródigo, difuso, desbordado; con poemas muy difíciles de olvidar.
Desde arcanos caminos, nos deja la estela de su lumbre.

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