viernes, 26 de marzo de 2010

Historia de Soledades

Por Yolí Fidanza

Historia de Soledades es el nombre elegido por los integrantes del Taller de Poesía que dirige la destacada poeta rosarina Susana Valenti en la Unidad Penitenciaria Nº 2 de Rosario. Visitar el taller fue una actividad voluntaria que aceptamos veinte de los cuarenta poetas invitados al XVI Festival Internacional de Poesía de Rosario que se desarrolló en noviembre del año pasado. De esa visita al penal participaron poetas de Noruega, Bélgica, Colombia, Perú, Brasil , Venezuela, Uruguay, México, varios del interior de nuestro país; la Pampa, Salta, Jujuy, Santa Fe, creo haber sido la única representante de la Ciudad de Bs. As. Esta actividad resultó una de las más movilizadoras y extraordinarias por el lugar y las circunstancias especialísimas en que se realizó y por el clima de fraternidad establecida espontáneamente con los reclusos que escucharon la lectura de breves poemas nuestros y luego con una emocionada timidez leyeron los suyos. Fue palpable que el taller, como manifestó Susana Valenti, «Abraza, enlaza, establece un puente» acaso una forma de comunicación de los presos con sus afectos, una exploración interior de sus sentimientos y una manera de escapar expresándose al encierro obligado mediante el uso libre de la palabra En esa mañana el lazo se apretó entre poetas que escribimos en libertad y quienes privados de ella ejercen su libertad escribiendo “ Nada impide que mi pensamiento / entre el fuego y el agua/ navegue hacia la libertad” o” el camino sigue siendo oscuro/pero de esa ausencia, de ese desconsuelo/ retorno/ bajo mi voz perdida estoy de pie”

Soledad, ausencia, culpa, esperanza. Señales de la vida, del amor, de la muerte, los eternos temas de la poesía, también conciencia de los privilegios y las injusticias de la sociedad como lo denuncia el breve poema: Tentativa de fuga: Tal vez, la vigilia de esa torre/ espere algún registro/ o una demolición./ Pero eso testimonia/ la cruel diferencia./ Unos escarban/ palabras con aire acondicionado/ y otros con olas de calor,/haciendo notar que no hay/ un mismo túnel/ para todos

Aplausos para los poemas leídos por visitantes y visitados, emoción compartida, entre ellas la interrupción de la actividad por un oficial penitenciario que interrumpió la reunión para leer la disposición de un juzgado,que acababan de recibir y que dejaba en libertad a uno de los presos talleristas. Nunca olvidaré el estallido de manos que acalló todas las voces y las palabras de Susana Valente pidiéndole al joven liberado, con el tono que le hablaría una madre a su hijo; que no volviera a equivocarse, a la vez que le recordaba que podía llamarla por teléfono y hasta visitarla si necesitaba su consejo. La respuesta del liberado estaba implícita en los versos que leyó: El camino sigue siendo oscuro…bajo mi voz perdida, estoy de pie”

No menos emocionante resultó la reunión en el patio del penal, ámbito para el diálogo espontáneo; una bebida fresca, una conversación distendida hasta la sinceridad de una confidencia. Quedarán para siempre en mi memoria la confesión que me hizo un muchacho alto, fornido con los brazos tatuados, vestido con elegancia; pantalón y remera negros que maneja un vocabulario, propio de una clase social culta, acaso privilegiada quien para explicarme el porqué de su condena de siete años me dijo «yo soy la oveja negra de una familia de ovejas blancas» y ante mi mirada de interrogación me explicó que sus padres y su abuela eran profesionales, agregó que ya cumplidos seis años de condena saldría en un año con la idea de conformar una familia normal con su pareja y su hijita de tres años. Una más de las tantas historias de soledad que albergan los muros donde el taller permite que la poesía exprese los humanos dolores y alivie de la libertad perdida «Nada impide que mis pensamientos naufraguen hacia lo inevitable…algo traspasa lo hermético del muro, logro desenlazarme…» «Nada impide que mis pensamientos/ entre el fuego y el agua, naveguen hacia la libertad». Espontáneos aplausos; de uno y otro lado los ojos húmedos, las lágrimas disimuladas.

Era mediodía, los veinte poetas conmovidos y callados atravesamos tres puertas enrejadas, cerradas con grandes candados, custodiadas por personal armado, recuperamos nuestros documentos y nos internamos en el caluroso mediodía rosarino,

Concientes de haber vivido una experiencia única

Leonardo, Horacio, Roberto, Mario, Luis….veinte muchachos extraviados esperanzados escribiendo sus poemas.: el camino sigue siendo oscuro/pero de esta ausencia, de este desconsuelo/retorno./ bajo mi voz perdida/ estoy de pie.

Quiero terminar esta crónica con un hondo poema del tallerista Andrés Goitía

Presagio del vuelo

La distancia es extrema
bajo mis párpados,
sin embargo, los ojos
alcanzan el recuerdo de una isla,
al oeste.


El río turbio se abraza
a algunos árboles
y se mueve libremente
bajo un azul clarísimo.

Resiste como yo
que no me hundo
en las oscuras aguas del encierro.

PUBLICADO EN LA GUILLOTINA Nº 16 INV/PRIM 2009

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