sábado, 29 de diciembre de 2012

Ayatolláh Jomeini (Ayatolah Khomeini)


Ayatolláh Jomeini (Ayatolah Khomeini) 
(24 de septiembre de 1902 y fallecido el 3 de junio de 1989).
Una faceta desconocida del líder de la revolución islámica en Irán. Aparte de la filosofía, Jomeini también estaba interesado en la literatura y la poesía. Su colección de poesía se publicó después de su muerte. Desde su adolescencia, Jomeini escribía poesía mística, política y social.


LOS BORRACHOS ATADOS 

En los círculos místicos no hallé
La alegría que buscaba;
En los monasterios no se oía
La música compuesta por el amor.

En la escuela no hallé para leer
Ningún libro que fuera del amigo;
En el minarete era difícil encontrar
La voz suya para atender.

En el amor de los libro no pude ver
Esa cara de belleza velada;
En las Escrituras no pude obtener
Las trazas del destino

En casa de ídolos toda mi vida
Pasó totalmente en vano;
En las reuniones de rivales no vi
Ni remedio ni dolor.

El anillo del amante ahora debo unir
Esperando hallar solaz
En el jardín de rosas del amado,
Una brisa agradable.

"Nosotros" y "yo" ambos son de la razón,
Usados como cuerdas para atar
En masa a los que están borrachos.
Ni "yo" ni "nosotros" puede hallarse.

ÉXTASIS DEL AMANTE 

¡Oh, no es un corazón
El que no ama tu bella faz!
¡Oh, no es sabio
El que no anhela ese lunar tuyo!

¡Oh, para el amante de corazón extasiado!,
Éxtasis es todo lo que hay en tu vino.
Para mí, aparte de este éxtasis,
¿qué más puede ofrecer la vida?

¿Quién me arrojó a este desierto?
Fue tu amor, ¡oh amigo!
¿Qué acto puede ahora rescatarme?
No se ve el fin de este desierto.

Si eres un amante de corazón extasiado,
Ponte pronto a un lado,
Para que entre tú y él no haya más
Que la pared de tu orgullo.

Si eres un viajero del camino del amante,
Quita la alfombra de rezar, abrígate.
No hay allí otro guía que el amor.
Remójate entonces en el amor.

Si eres un verdadero amante, entonces
No seas místico piadoso,
Ya que no puede entrar al círculo del amante
Sino sólo el grupo del amante.

Quisiera jugar con su cabello ensortijado,
¿Qué hay de malo en eso?, ¿qué es vil?
Un toque de locura y un golpe salvaje,
¿Qué más puede volver loco al amante?

Toma mi brazo y libera
Mi alma de esta túnica,
Ya que ésta no es sino sólo
El refugio del ignorante.

Conocimiento, misticismo, déjalos,
Ellos no conducen a la taberna;
Como el lugar donde residen los amantes
La falsedad no puede encontrar esposo.


EL REBAÑO DE LOS BORRACHOS 

¡Oh!, el día
En que yo sea el polvo de su camino,
Que dé mi vida por él,
Que permanezca como su verdadero amante.

¡Oh!, el día
Que una copa que agita el alma
Yo reciba de su mano gentil,
Y, olvidando ambos mundos,

Sea encadenado al rizo de su cabello.
¡Oh!, el día
Que mi cabeza esté a sus pies
Besando hasta que termine la vida,

Y yo esté hasta el Día del Juicio
Embriagado por su copa.
¡Oh!, el día
Que yo arda como amante

Siempre por él y contemple
Su dulce rostro,
Con mi mirada nublada de embriaguez.
¡Oh!, el día

Que yo esté completamente borracho
En el rebaño de los borrachos
Y llegue a conocer todos
Sus secretos no contados.

¡Oh!, el día
Que yo tenga al pie de la cama
La felicidad de José,
Y si no, como Jacob,

Esté enamorado de su perfume.

MIRADA DE AMOR

¡Oh mi amor!, mi mundo empieza
Y termina a tu puerta.
Si paso mi vida aquí,
No necesito nada más.

En taberna, mezquita, monasterio
Y el suelo del templo de ídolos,
Me postro esperando que
Tú me bendigas y adores.

El seminario no pudo hallar cura
Para mis problemas, ni el santo.
¡Oh!, sácame de esta confusión
Con tu mirada, o me desmayo.

¡Oh!, lleno de ego estaba el místico
Hasta donde pude ver.
¡Oh!, déjame tener tu vista
Para que mi corazón esté claro.

He expulsado de mí el amor
Así que ahora existo.
¡Oh!, dirige a mí tu dulce mirada,
A esta insignificancia.

Me!! aman hombre de placer,
Y me llaman simplemente amante.
¡Oh!, mi corazón rebosante de alegría
Seguro que nunca tuvo esta cubierta.

Vida de ermitaño he escogido
Por ese amado velado,
Para que con su amorosa mirada
Esta gota suene como un mar.


DULCE FINAL 

Con vino, ¡oh mi amor!,
Llena esta copa mía;
Que mi honor no crezca,
Que mi nombre no brille.

Ese escanciar en la copa
Que me abruma,
Que purifica el alma
De artificio para ti.

Ese fino vino de alegría
Que libera el alma,
Que hace correr el esplendor
Que hace huir a la gloria.

Ese vino sin respeto
Que beben todos los que no tienen gracia,
En qué sumisión se ahogan,
En qué humillación se hunden.

En el santuario de las mejillas rosadas,
En la taberna ven y mira
Desde toda abertura que entro
Las hadas me dan la bienvenida.

Ahora quizás deba irme
Al grupo de los amigos borrachos
Con el vino que limpia la mente
De ideas bajas.

¡Oh tú!, aire rarificado
Da un saludo a mi deseo
Cuando pases el río del otro mundo
A ese valle de dulzor.

En una copa crucé
El camino tortuoso de esta vida.
Decidle al prior del monasterio,
Qué dulce fue mi final.

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