sábado, 29 de diciembre de 2012

LIDIA CRISTINA CARRIZO


SOLA

Sola en el cielo de las faltas
su latente vientre germinando.
El lirio y una bella muchacha.
El amor no se hace preguntas.

El vapor empaña los cristales
cuando se pegan sus narices
en las ventanas del "Delivery"
las miradas se fijan de dolor.

La naturaleza viva en su superficie
intenta ser completa al mediodía,
y un río de ojos en el frío invierno
hunde su belleza en su máscara fría..



A UN PERIODISTA DE IRÁN SENTENCIADO A MUERTE 
                                                  POR DECIR LA PALABRA DEMOCRACIA EN RADIO

Los días, las tardes y los cielos parecen estar oscurecidos.
Lo imaginas, estoy contigo con las mismas ilusiones de un
mundo sin conflictos, y afloren la libertad,  paz y la justicia.

El hombre pareciese estar en una confusión
de lo que el amor y la paz representan en la vida,
estaríamos dichosos si esto así fuere comprendido,
en un tiempo de reflexión, y de respuestas ausentes.

Extrañamos las noches con estrellas, de ventanas
abiertas al sol, que nos hiera de frente al desafío,
que nos crezca  en la sangre, como brotan las plantas
en la tierra y todo llora en ti, en la memoria conmovida,
en la garganta abandonada hasta la infancia, buscando algo que
pudiere justificar lo que olvidaste, pero aquí están las almas que
te extrañan en tu espacio abierto que te nombran, que te piensan.

Que piden tu libertad con todo el peso de justicia,
Que te dibujan como flor que te dan alas de amor.

Una flor que abrió como simétrica igualdad.
Todo el aire del cielo te envuelve en su paz.
Todo un cielo se pregunta del nombre amor.

Ahora con tus alas todo el aire te dibuja un cielo!


No es Poco


Traspasar, la epidermis del origen,
en tus amaneceres, que ondulan
y resplandecen, tras mis huellas,
bajo mis párpados, con tu oleaje.

¿Qué herrumbroso puerto nos divide,
en los vientos dispersos, que entretejen,
las sombras brumosas, entre el canto
de sus voces, con las primeras luces?

Ojos, bocas, tiemblan entre nostalgias,
hasta estremecernos, que no es poco.

En la soledad de mis océanos,
mutilo mi orfandad, con la noche,
en el espejo de la última partida,
y nuestra respiración, nos exalta.

Una luz mortecina, al infinito,
y el temblor del cielo... como si nada

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