POR CAYETANO ZEMBORAIN
Roberto,¿ podrías acercarle a nuestros lectores tu visión sobre la experiencia vivida a través del «Oráculo» y los diálogos improvisados?
En los diálogos improvisados, o en las intervenciones oraculares con Gustavo Cazenave, parece asistir un aliento que arrecia desde ninguna fuente hacia ningún destino, un aliento, o una voz, que no permite escapar del enigma y de su intensificación perpetua, exento de convertirse en palabra clave o palabra reclamo, aquella que permitiría estabilizar un Sentido y tornar unificador cierto Concepto. La palabra oracular claramente no forma sistema, se devuelve a un ahora que nunca ha hablado, ahora de cualquier habla, de los mundos asumidos a su propio emerger. En su deriva incalculable, el que escucha se pierde ya como el sujeto del habla caída, de esa lengua apartada en la ideología o la creencia, ya no se somete a un decir inculcado y al mundo que dicho decir resguarda. Ninguna realidad o verdad se proyectan a substanciarse e imperar en nombre de sus «certezas»; el despliegue incoer-cible del pensamiento da cuenta de un Nombre que no puede cristalizar y empeña el infinito como la decepción de todo decir conforme.
Siempre me inquietó en tu labor creativa aquello que has dado en llamar « los poemas matemáticos» ¿desde dónde parten? ¿de una hipótesis, de un teorema, de un logaritmo, de algo conocido en geometría?
Las composiciones poematemáticas consisten, mayoritariamente, en teoremas y demostraciones provenientes de las ciencias fisicoquímicas, matemáticas y naturales, insistentes hacia alcanzar, en el universo de una paradoja epistémica, aperturas de orden ético, social o estético. La ciencia y el arte, con serena hermandad, confunden en estas creaciones sus límites y ya no mantienen protocolos de validación específica: por un lado, la mera intuición «propia» de la creación artística se asiste por cierta trama reflexiva y causal de los símbolos; por otro, el «necesario» deductivismo se amplía por apariciones arbitrarias, aptas para intervenir en la secuencia lineal y alumbrar cierta promisión imprevisible.
De esta manera, en el espacio poematemático, cualquier punto conectar con cualquier otro. Eslabones semióticos de todas las naturalezas se afirman según formas de codificación muy diversas: eslabones bilógicos, aritméticos, políticos, éticos, artísticos, mitológicos, ponen en juego no sólo regimenes de signos heterogéneos sino también estatutos y perspectivas de mundo diferentes. Un sistema de este tipo se constituye como un cruce que no cesa de articular actos extremadamente variados, numéricos y lingüísticos, pero también perceptivos, gestuales, cogitativos; no hay universalidad del saber ni lógica acordada del lenguaje sino una concurrencia iridiscente de dialectos, de códigos particulares, de genealogías desen-contradas a algún tronco común.
La matemática poética no sede así al discurso concentracionario y unificador del teocentrismo, ni al de las ideologías que compiten entre sí con el único objeto de vender la verdad más creíble o salvadora. Se trata en ella de dejar aparecer mundo y cosas sin otra pretensión que alumbrar su verdad provisoria en el juego de lenguaje y de sentido en que se muestran. El poematema no busca más allá de los hechos, pues sabe que es en su propio presentarse que los trazos y los signos configuran su intención testimonial. De este modo su gesto, en tanto poetizar, pone de manifiesto la verdad, como aparecer resguardada en el lenguaje. Decir que cualquier ente se legaliza en su aparecer significa que no es justificado en una esencia o fundamento ajeno sino en el albergue del propio universo simbólico en que se dona, aludiéndose como metáfora de sí mismo y no de una supuesta realidad objetiva preexistente al lenguaje. El poematema no acepta así la realidad tal como ella se encuentra definida o inculcada, más bien abre el juego y deja en libertad al ente sin intentar nuevas determinaciones. Se encomienda celebradamente como apertura y no se promete a enunciar una tesis positiva sobre la verdad o realidad de las cosas.
¿Que llega a descubrirse cuando el poema va transcurriendo?
El tránsito por el poematema no hace otra cosa que volver inconcebible la idea de una sola y misma realidad. En el entrecruzarse y contaminarse de las múltiples imágenes, interpretaciones y construcciones de mundo, cualquier intento de identificación es asaltado en lo inmediato por un extrañamiento; la presencia de este y aquel sistema de valores, de este y aquel discurso, terminan por ofrecer una aguda conciencia de lo eventual, lo fortuito y lo limitado de tales sistemas y discursos. La realidad de cosas y de mundo ya no se muestra como el arraigo de un en sí, sino que se neutraliza y se silencia en el resonar de las múltiples fabulaciones y construcciones de sentido, cuyos fundamentos o principios ordenadores no pueden compatibilizarse hacia imponer algún dominio o supremacía. Aquello que se presenta ya no es unívoco, cierto o tranquilizador, pone en suspenso la obviedad de la existencia y desencanta en su vibrar la absolutez de un saber mitificado.
Finalmente en todo este camino de experimentación en el incursionaste al igual que otros poetas ¿ cual fue el aporte de Paralengua a la poesía argentina?
Producir una amplitud reconstitutiva de las cosas y los hechos por medios inacostumbrados, esa fue la labor que se encomendó Paralengua, cuyos integrantes intentaron asistir la palabra poética fuera de los márgenes del libro y las tentativas lecturas. Su tarea consistió en trabajar los pliegues de la arquitectura verbal a través de todas las posibilidades del espacio, la fonética, el humor, la música y las sagas multimedia, enalteciendo las posibilidades orgánicas del lenguaje y proyectando las palabras a esa suerte de sortilegio por el cual se funden los seres y las cosas. Paralengua quiso así servir al lenguaje de una manera excepcional, restituyéndole sus posibilidades de estremecimiento y encanto; quiso extenderlo y repartirlo activamente en el espacio, afirmar sus entonaciones en una forma concreta y absoluta para devolverle el poder de palpar y manifestar realmente algo; quiso al fin volverlo contra sus inquietudes utilitarias, contra sus costumbres de criatura acorralada, desencadenándolo para que resonase en la sensibilidad entera a través de sus calidades vibratorias y sus trances energéticos. Hoy, la tarea de sus integrantes vuelve a empezar, se devuelve a lo desconocido con ímpetu primigenio.
¿Alguna reflexión final?
Ha llegado la hora de tallar la escultura hasta devolver la piedra.
PUBLICADO EN EL Nº 14 INVIERNO 2008
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