Por María del Carmen Suárez
Escribió alguna vez el poeta griego Seferis que la memoria donde se la toque duele. Hay excepciones. En el caso de Ruth Fernández, la memoria, el recuerdo que tengo de ella es luminoso. Hemos compartido largas charlas, largos viajes, discusiones ideológicas,. en suma encuentros de vida, siempre en el fragor de la aventura y la poesía.
Su obra fue estudiada casi siempre desde una mirada que remite a lo cósmico, a lo esotérico. Creo que el punto de partida de su poesía emerge de su conocimiento de la América profunda y sus habitantes, de la realidad social de la Argentina y del paisaje que ella supo reflejar con maestría. En “El libro de las invocaciones”, publicado en el año 1985, libro clave, surge este conocimiento. Poemario de la tierra, donde aparecen los depredadores, el destino de un pueblo sojuzgado, este territorio de América que sigue luchando para que no exterminen sus señales, sus mitos, su identidad ancestral.
Ruth integró el grupo “Monoblock al Sur”, leyendo sus poemas en clubes de barrio, villas y pequeños teatros donde también se concentraban actores, pintores, músicos y fotógrafos de la generación del 60. Fue difusora de muchos poetas en diarios nacionales y del exterior, reflejando y estudiando tanto las vanguardias como la poesía tradicional. Conocedora profunda de ritos y costumbres andinas investigó las claves de los mitos populares.
En un breve ensayo sobre la nueva poesía argentina que leyó en un seminario en Madrid , España, y en encuentros literarios de nuestro país, afirmó : “El eje primordial de la cultura pasa por la palabra. Ella es sinónimo de historicidad, costumbres, proyecciones inmanentes y recurrentes del ser nacional. Cuando esta palabra es tergiversada o amañada y pervive en la población con caracteres ajenos a la idiosincrasia del pueblo, se trata ciertamente de ese asedio constante que produce “disonancias” como afirmó Eduardo Azcuy. Por lo tanto al hacer referencia a las categorías expresivas de la sociedad, hablamos específicamente de aquellas incidencias que destruyen la identidad nacional con sus extravagancias o exotismos y que, a menudo vienen encubiertas con otras manifestaciones pseudo-artísticas. Injertan subrepticiamente elementos de aculturación colonialistas”.
Ruth Fernández nació por azar en Córdoba el 12 de Marzo de 1919. Vivió en Tucumán hasta 1942 y luego en Buenos Aires hasta su fallecimiento en el año 2007. Publicó en poesía : El Credo y la Sangre (1967) El cazador de la Luna (1973) Amor sobre la piel del tiempo (1978) El Sol y la rebelión (1980) El libro de las invocaciones (1985) Hombre de todos los soles (1990) Antología Poética (1995).
Además, ha publicado un libro de cuentos, un ensayo sobre Jacobo Fijman y obras de teatro, dejando inéditos dos libros de poemas.
PUBLICADO EN EL Nº 14 INVIERNO 2008
No hay comentarios:
Publicar un comentario