Por: Flavio Crescenzi
Existe en la protohistoria borgeana un libro inédito, en cuyo título, “Salmos rojos”, se advierte un doble tributo: en su primera palabra, a Cansinos-Asséns, en la segunda, a la revolución soviética de 1917. Sabido es que Jorge Luis Borges, quien durante su residencia en España supo vincularse con el Ultraísmo publicando en buena parte de los medios que respaldaban dicha corriente de vanguardia, trabó amistad con Cansinos-Asséns, en cierta medida su guía y su mentor; esto quizás explique uno de los homenajes. Lo sorprendente es, sin dudas, la fervorosa adhesión a la causa rusa, sobre todo para aquellos que hemos cristalizado la figura de un Borges conservador y reaccionario.
Algunos de los poemas pertenecientes a este libro imposible aparecieron en revistas como Grecia y Ultra en los años 1920 y 1921. Cabe señalar que, independientemente del tópico elegido, los textos que integran esta obra presentan un grado de subversión estilística a tono con esa época de “ismos” y rupturas, que no volvería a verse ni siquiera en los primeros trabajos editados por Borges en nuestro país, aquellos que bajo la mirada auspiciosa de Prisma, Proa y Martín Fierro inauguraron oficialmene el vanguardismo argentino. Se puede aventurar, entonces que el Ultraísmo importado por Borges fue un Ultraísmo espurio, completamente alejado del ideal estético que bregaba a favor del tropismo, condenando lo sentimental y lo prosaico.
Si bien el concepto de otredad, ese otro desdoblado y diluido que con frecuencia Borges intentó asir con la palabra, es ya un lugar común en la crítica moderna, se lo actualizará en este artículo a fines de arribar a una conclusión satisfactoria. Hubo un Borges anterior a sí mismo, anterior a esa construcción —seguramente acomodaticia— que aceptamos como Borges; ese otro creía en el compromiso ético y estético con su tiempo. Desafortunadamente para la humanidad y afortunadamente para los sectores que lo declararon el más grande escritor nacional, ese otro Borges murió en España apenas si documentado por la imprenta. Las razones que llevaron al poeta a mutar de joven idealista a cínico carcamán de la intelectualidad argentina son tan frágiles como misteriosas.
Tal vez sólo apelando a un estratégico pero provisorio olvido se logre desentrañar la verdad, si es que ésta realmente existe.
Uno de los poemas en cuestión publicado en Grecia (Nº 48, Sevilla, 1 de septiembre de 1920):
RUSIA
La trinchera avanzada es en la estepa un barco al abordaje con gallardetes de hurras
mediodías estallan en los ojos
bajo estandartes de silencio pasan las muchedumbres
y el sol crucificado en los ponientes
se pluraliza en la vocinglería de las torres del Kremlin.
El mar vendrá nadando a esos ejércitos
que envolverán sus torsos
en todas las praderas del continente.
En el cuerpo salvaje de un arco iris claremos su gesta
bayonetas
que portan en la punta las mañanas.
Y he aquí ahora otro, inserto en la revista sucesora de Grecia, esto es, Ultra (Nº 3 Madrid, 20 de febrero de 1921):
GESTA MAXIMALISTA
Desde los hombros curvos
se arrojaron los rifles como viaductos
Las barricadas que cicatrizan las plazas
vibran nervios desnudos
El cielo se ha crinado de gritos y disparos
Solsticios interiores han quemado los cráneos.
Uncida por el largo aterrizaje
la catedral avión de multitudes quiere romper las
/amarras
y el ejército fresca arboladura
de surtidores-bayonetas pasa
el candelabro de los mil y un falos
Pájaro rojo vuela un estandarte
sobre la hirsuta muchedumbre extática.
PUBLICADO EN EL Nº 8 Tercera Época Primavera 2005
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