
 Para Semana Santa, una de las tradiciones consistía, en el rezo en familia de las «Siete Palabras», plegarias en torno de las palabras que el Hijo del Hombre pronunció antes de expirar. «Las Siete Palabras» era el título de un oratorio de Haydn escrito en 1785 por encargo del Cabildo de la Catedral de Cádiz.
 En 1901, desde Santiago del Estero, el prestigioso don Baltasar Olaechea y Alcorta, remitió a La verdad. Revista Semanal Católica que se editaba en Tucumán, una «composición poética» de su abuelo Amancio Alcorta que, según decía el remitente, «o no fue publicada o se perdió memoria de ella». Era la letra de una producción musical del mismo autor, que hace más setenta años, se ejecutaba todos los Viernes Santo en la iglesia de Santo Domingo en la ceremonia de las tres horas. 1 
 La autoría de Alcorta (1805-1862), pionero de la composición musical argentina, nos da especial interés por el texto cuyo título es «Canción de la agonía» y que se refiere a las ya mencionadas siete palabras. Cabe mencionarse que, hasta 1996, no ha aparecido la partitura y la incógnita es, si los dominicos santiagueños la tenían o se la tocaba de memoria hasta que la tradición se perdió.
 Amancio Alcorta no sólo fue poeta sino un gran músico y que, acompañado por D. Salustiano Zavalía, promovieron el género místico obedeciendo a las inclinaciones de su espíritu piadoso.
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1 B. OLAECHEA y ALCORTA, «Las siete palabras de don Amancio Alcorta», en La Verdad. Revista Semanal Católica, Num 31, Tucumán 31-III-1901, p.495-491
CANCIÓN DE LA AGONÍA
INTRODUCCIÓN
 Ya se acercan los momentos
 En que el Cordero Divino
 Cumpla el eterno destino
 Y su paternal misión.
 Con su sangre limpia y pura
 A torrentes derramada,
 Va a dejar ya consumada
 La obra de la redención.
PRIMERA PALABRA
 Ya en la Cruz agonizante
 Por sus males no suspira
 Ninguna venganza aspira,
 Sino todo es Caridad.
 Por sus enemigos vuelve,
 Y dice todo animado:
 Perdónalos Padre amado,
 No conocen su maldad.
SEGUNDA PALABRA
 En medio de dos ladrones
 Y por burlar su grandeza,
 Le ponen, y uno confiesa,
 Ser Jesús el mismo Dios;
 A esta palabra sublime
 Contesta compadecido.
 En el paraíso escogido
 Hoy conmigo estaréis vos.
TERCERA PALABRA
 A pesar de que obstinado
 El hombre no se conmueva.
 De su amor la mejor prueba
 En su muerte la va a dar.
 Habla por la vez tercera.
 Y a recomendarle viene,
 Cuando a la madre previene
 Recita por hijo a Juan.
CUARTA PALABRA
 Por todas partes la vista
 El Hijo de Dios dirige,
 Amargo dolor le aflige,
 Sin hallar consolación.
 Entonces exclama al verse,
 De todos desamparado
 ¿Por qué me has desamparado
 Padre, en mi tribulación?
 QUINTA PALABRA
 En medio de tantas penas
 Y acercándose su muerte,
 La voz débil, casi inerte,
 Sed tengo, dice el Señor
 Pero la humana fiereza
 Insaciable de tormento,
 Aún le niega en tal momento,
 Agua, al mismo Criador.
 SEXTA PALABRA
 Ya la misión del Eterno
 Para siempre ha terminado.
 La redención del pecado
 Con mi sangre consumé.
 Adiós! discípulos, Madre,
 Adiós! hombres de este suelo,
 Rotas las llaves del Cielo
 Con mi muerte os dejaré.
 SÉPTIMA PALABRA
 Ya la ley cumplida queda
 Y también la profecía,
 No me resta en mi agonía
 Sino decir con piedad:
 En tus manos encomiendo
 Mi espíritu, Padre mío,
 Ya he llenado tu albedrío.
 Se cumplió tu voluntad.
PUBLICADO EN EL Nº 11 OTOÑO 2007
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