martes, 29 de septiembre de 2009

Silvina Ocampo, poetisa apasionada

Por Axel Eduardo Díaz Maimone

Escribo para que otros amen lo que yo también amo. Escribo para no olvidarme del amor y de la amistad, de la sabiduría y del arte. Escribo para cambiar el destino, para que la vida prevalezca
Silvina Ocampo

Silvina Ocampo es autora de una vasta obra -predominantemente narrativa y poética- que comprende más de una veintena de libros editados en vida y un número similar de inéditos que pronto serán publicados gracias a las gestiones de sus herederos. El material édito abarcaba, originalmente, siete libros de cuentos, siete de poesía, una novela policial escrita en colaboración con Adolfo Bioy Casares, una novela publicada en España a fines de los años ’80 (y que apareció en nuestro país el año pasado), cuatro libros infantiles, dos piezas teatrales en colaboración con Juan Rodolfo Wilcock y Juan José Hernández y dos antologías literarias compiladas con Bioy y con Jorge Luis Borges.
Pero toda su producción está basada en la poesía, porque, para ella, el mundo que la rodeaba era materia poética. Por eso podemos decir que lo poético ocupó un lugar fundamental en la vida y obra de Silvina Ocampo: desde que empezó a escribir, lo hizo desde la poesía.
El primer poema de Silvina se perdió; sólo se sabe que era un diálogo entre una costurera y un maniquí, inspirado por la negra Eulalia, una de las sirvientas de la casa paterna. El segundo -“Me da miedo la sombra tan negra de la rosa / tan rosada cuando no es sombra”- persistió en la memoria de la autora y fue escrito en su infancia, cuando rondaba los diez años, en el jardín de invierno de su casa natal, en Viamonte 550.
Ser poeta no es tarea fácil (aún cuando se tengan las dotes necesarias para serlo) y mucho menos aún para una niña. Por eso, cuando su profesora de inglés, Miss Kate Ellis, le enseñó la historia del pueblo británico, Silvina dio rienda suelta a su imaginación y empezó a escribir, en prosa, sobre pincipitos encerrados en altas torres palaciegas, prisioneros y asesinatos.
Silvina Ocampo pasó la infancia escribiendo cartas y composiciones en prosa. Escribía durante horas, lo que preocupaba a su madre. Por la mañana, de siete a doce, un cuerpo de profesoras contratadas por sus padres le daba instrucción domiciliaria; y a la tarde, después de las salidas a Palermo con sus hermanas, escribía o dibujaba.
Quizás para alejarla un poco de la escritura comezaron a darle lecciones de dibujo. Al principio, una profesora francesa le daba clases en su casa; luego fue alumna de Giorgio de Chírico, de Fernand Lèger, de Otón Firesz y de André Lhote. Entonces llegó a convertirse en una exquisita pintora con una inteligencia especial para la literatura.
Cuando conoció a Adolfo Bioy Casares, su futuro marido, este la impulsó a escribir. Bioy quería que Silvina aprovechara su facilidad para escribir y que, al mismo tiempo, siguiera pintando. Pero consiguió su propósito parcialmente: Silvina empezó a escribir y descuidó la pintura, y así dio forma a su primer libro, Viaje olvidado, un conjunto de veintiocho relatos que publicó la Editorial SUR en 1937.
Después de Viaje…, a fines de la década de 1930 o a principios de la de 1940, Silvina Ocampo volvió a escribir poesía. “Un día -recordó Bioy- yendo por la avenida Centenario, Silvina me dijo unos versos de lo que después iba a ser Enumeración de la patria. A mí me gustaron mucho esos versos, y ahí empecé a decirle que lo que realmente tenía que hacer era escribir. Porque Silvina, antes, era simplemente una buena inteligencia para la literatura, pero cuando me dijo esos versos tuve la convicción de que me hallaba ante una poeta importante, ante una verdadera escritora”1 .
Enumeración de la patria apareció en 1942. Es un libro escrito, casi en su totalidad, en verso pareado. Borges, que celebró a la nueva poeta desde las páginas de la Revista SUR, advierte en él la influencia de Walt Wiithmann y sus Leaves of Grass. Y como en el libro del poeta estadounidense, están en Enumeración… todos los temas sobre los que Silvina escribió en verso (y, por qué no, en varias de sus prosas): los lugares queridos, la religión, la fascinación por el mundo vegetal, el conocimiento de la mitología y del mundo que la rodea, la muerte y la dicha. Hay, también, dos “Poemas de la guerra”, escritos hacia 1942 e inspirados en la situación de Francia y Lidice, que muestran que no era ajeno a la autora el marco político de entonces (como volverá a manifestarlo en “Esta primavera de 1945 en Buenos Aires” y “Testimonio para Marta”, en los cuales habla del surgimiento y la caída de Perón).
A Enumeración… le siguió Espacios métricos. El título del libro (que está dedicado a Bioy y recibió el Premio Municipal de Poesía de 1945) está ligado a la época de la pintura, y, con el correr del tiempo, dejó de gustarle a Silvina. Es un libro de características similares al anterior, aunque aquí la autora empieza a modificar su estilo; ya no escribe sólo en verso medido, sino que hace sus primeros acercamientos al verso libre. Espacios métricos tiene como referente la plástica y la poesía en su especialización, en el cual se vislumbra cierta influencia de Stephan de Mallarmé y del simbolismo francés.
Entre la publicación de Espacios… y la de Poemas de amor desesperado pasaron cuatro años. En ese período, Silvina escribió todos los cuentos que conforman Autobiografía de Irene (1948) y las sesenta y dos poesías y trece traducciones que reunió en Poemas…. Este libro es el más romántico de la autora, casi al estilo de los Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Neruda. Silvina siente que el amor y la pasión que alberga en sí tienen que canalizarse de alguna manera, y lo logra mediante la poesía. Veinticinco años separan la publicación del poemario de Neruda y la del libro de Ocampo; sin embargo, el libro de Silvina rinde un cálido homenaje al poeta chileno.
En 1953 Silvina Ocampo volvió a dar a la imprenta otro libro de poesía. Se trata de Los nombres, por el que le dieron el Segundo Premio Nacional de Poesía. Silvina, en diálogo con Noemí Ulla dijo que el título fue puesto “para salir del paso”. Los cuarenta y un poemas que la autora reunió aquí muestran una evolución de estilo que los hace “menos accesibles que los de los libros anteriores”2 y, al mismo tiempo, más cercanos a los cuarenta y cinco trabajos que presentó bajo el título de Lo amargo por dulce (1962) y en los cuales alcanza la madurez de estilo.
Lo amargo por dulce (Premio Nacional de Poesía) es el poemario que mejor retrata a Silvina Ocampo. Están presentes en él todos sus temas, y las trece traducciones que cierran el libro muestran la importancia que Silvina le atribuía a esta tarea más que placentera. Silvina se mueve con comodidad entre el verso rimado y medido, el verso blanco y los poemas con “consistencia de relato”. A este libro pertenecen “Acto de contrición”, “La casa natal”, “Siesta” y “Oscuridad”, poemas en los que la autora se muestra de cuerpo entero.
Diez años pasaron entre Lo amargo… y Amarillo celeste. Fueron diez años de incansable labor para Silvina, y más allá de la diversidad de géneros trabajados, mantuvo los lineamientos líricos del libro anterior.
Con Árboles de Buenos Aires (1979), una exquisita combinación de fotografías de Aldo Sessa y poemas de Silvina prologada por Manuel Mujica Lainez le llegó a la menor de las Ocampo la hora del best-seller. La primera edición de Árboles…, hecha por Librería La Ciudad era un lujoso ejemplar que muestra los “árboles de Silvina y Aldo”, como escribió Mujica Lainez en el prólogo. Es un libro encantador en todo sentido, porque cada uno de los autores, a través de su arte, muestra su vínculo con la naturaleza, la cercanía del mundo vegetal y el amor a la propia ciudad.
La fusión de imágenes y poesías resultó cara a Silvina. Seis años después de Árboles, en 1985, dio a conocer Breve Santoral. Este librito (y no uso el término en sentido peyorativo, sino porque tiene poco menos de cuarenta páginas) reúne una serie de poemas religiosos de Silvina con delicadas pinturas de Norah Borges y prólogo de Jorge Luis Borges. Silvina Ocampo era religiosa, muy religiosa -casi como Norah-, en contraposición al agnosticismo de Borges y al ateísmo de Bioy; pero Silvina sentía particular devoción por algunos santos poco recordados y por el sempiterno Ángel de la Guarda. De hecho, los poemas que componen Breve Santoral (de los cuales siete habían sido publicados en Amarillo celeste) son cálidos homenajes al Ángel de la Guarda, Santa Rosa de Lima, Santa Teodora, San Arsenio, Santa Serafina, Santa Inés, Santa Lucía, San Martín de Porres, Santa María La Egipcíaca, San Cristóbal, Santa Melania y San Jorge. Este libro prueba quela inteligencia, la sofisticación de Silvina Ocampo estaba infinitamente ligada a la sensibilidad popular.
Breve santoral fue el último poemario que Silvina Ocampo publicó en vida. Después de su muerte, Adolfo Bioy Casares le dio a Noemí Ulla una carpeta con manuscritos inéditos de Silvina para que, con su cuidado, se publicaran. Así, eternamente agradecidos, los lectores accedimos a Poesía inédita y dispersa, un puñado de poemas breves y de Divagaciones (bajo ese título había encarpetado Silvina algunos trabajos que integran el volumen) y dos traducciones del inglés y del francés.
Los principales temas de la obra poética de Silvina Ocampo son el amor, las plantas, la infancia, los animales y la vida cotidiana. Casi puede decirse que son los mismos temas de sus cuentos. Pero aquí la crueldad se hace a un lado y deja su lugar a la pasión, a la dicotomía de la pasión en dos sentimientos tan contradictorios como son el amor y el odio. Y no es éste el único mérito de Silvina como poeta; justo es destacar que supo combinar los temas más sencillos con una riqueza expresiva pocas veces vista, y que encontró (o creó) su propia voz en el campo de la poesía mediante la combinación de la disciplina del ritmo y la cadencia, la influencia de la infancia, la alteración de elementos autobio-gráficos, la descripción exacta de los paisajes y esa especie de esbozo narrativo que aparece en varios poemas suyos. Todo esto converge en los casi quinientos poemas que componen la edición en dos tomos de su Poesía completa3 .
La poesía de Silvina Ocampo es un canto a la vida, al amor, a las pasiones. Silvina ha dicho que no cree que un tema pueda ser sólo para un cuento, y otro para un poema. Entonces se deja llevar por sus emociones y termina creando una poesía con una secuencia narrativa propia del cuento (casi al estilo de su pariente, José Hernández), y cuentos en los que la poesía o lo poético tiene el rol protagónico.
Silvina Ocampo escribió incansablemente toda su vida. Al principio, escribía a escondidas, sin mostrar a nadie sus creaciones; después, motivada por Bioy, se alejó un poco de la pintura y se dedicó a escribir. Y escribió por el simple placer que eso le causaba. Quizás por eso siempre fue la escritora, y no una aficionada a las letras. No le importaba estar eclipsada por las figuras de su hermana Victoria, de Bioy, o de Borges. Sólo quiso escribir, porque escribir, además de ser “el viaje más lindo”, es un acto de amor.

No siempre
No siempre el agua quieta es memorable
como en el lago sucio de la noche
donde las ramas besan sus maderas
y el cielo con el suelo se confunde
por eso cuando veo en inscripciones
infiernos y retratos que proponen
una posible eternidad abyecta
pienso en el cuello largo de los cisnes
que en mis sueños guerrean contra el mal
cuyos gritos retumban y salpican
el espectro la gloria en las tinieblas
repitiendo los signos de ese lago
contemplado en la orilla predilecta
donde vivo asociada a las hormigas
que bajan del barranco sobre el barro
para comer los pétalos violáceos
de las clemátides con sus estambres.

(Poema inédito de Silvina Ocampo escrito en el mismo período de Los nombres , hacia 1953)
(La Nación 6-10-2002)

1 Fernando Sorrentino: Siete conversaciones con Adolfo Bioy Casares. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1992. Pág. 170.
2 Noemí Ulla: Encuentros con Silvina Ocampo. Editorial de Belgrano, Buenos Aires, 1982. Pág. 86 y 87.
3 Emecé editó, entre 2002 y 2003, la Poesía completa de Silvina Ocampo en dos volúmenes; el primero abarca los libros publicados entre 1942 y 1953, y el segundo los que aparecieron entre 1962 y 2001. A su vez, en cada libro se han intercalado -siguiendo la fecha de publicación- poemas aparecidos en diarios y revistas y que no fueron recogidos en libros.

PUBLICADO EN EL Nº 14 INVIERNO 2008

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog