martes, 29 de septiembre de 2009

GUSTAV MAHLER: Música sin barreras

POR SUSANA FERNÁNDEZ SACHAOS
Felipe Pedrell, musicólogo español, dijo de Gustav Mahler, en abril de 1907: “Mahler (1860-1907) será para nuestros hijos lo que Christoff Willibald Gluck (1714-1787) y Ludwig van Beethoven (1770-1827) fueron a los admiradores de Héctor Berlioz (1803-1869); lo que Richard Wagner (1813-1883) es a los que vivimos en la época presente. ¿Quién fijará las reglas inmutables? ¿Quién le pondrá barreras al genio?
Una simple anécdota de su más temprana juventud fijará dos polos en su comportamiento futuro. Un día hubo una pelea muy dolorosa entre sus padres; la escena fue tan insoportable para él, que dejó su casa corriendo. En ese momento un organito hacía sonar el famoso estribillo vienés “Ach, du lieber Augustin”, Mahler se lo llevó por delante. Paradójico momento, la conjunción de la tragedia y la ligera diversión formarán parte del espíritu del músico y en consecuencia de sus actos y de su obra.
Muchas de las composiciones de Gustav Mahler se nutren en fuentes literarias propias y ajenas. Mahler además de genio musical era un poeta.
Entre los tantos ejemplos La Canción del lamento una de sus primeras composiciones, basada en un cuento de Ludwig Bechstein, del mismo título que tiene resonancias de otro cuento, Joringe y Joringel de los hermanos Grimm. Sobre estos textos Mahler elaboró el propio para después crear la canción. Lo singular es que Mahler trataba desde esos comienzos de ser estrictamente sinfónico en su planteamiento y en medio camino entre Liszt y Wagner esboza en esos primeros tiempos lo que ya era propiedad de esos músicos : el poema sinfónico.
Decía Mahler que “el impulso vital más ardiente y el deseo encendido de la muerte reinaban en él sucesivamente hasta el punto de sucederse a veces en el espacio de una hora”. Tal extremismo puede aplicarse a su descripción de lo que para él significaba la palabra sinfonía: “Para mí, significa construir un mundo con todos los medios a mi alcance. La sinfonía debe abarcarlo todo”.
Por esta razón puede afirmarse que la sinfonía como forma importante de la música occidental en el terreno instrumental llega a la posición de mayor grandiosidad a través de las creaciones de Mahler. Él ha llevado el número de movimientos a cinco en el caso de la Segunda Sinfonía y a seis en el de la Tercera. Cinco tendrán también la Quinta y la Séptima y los apuntes de la Décima. Mientras que la Octava (Sinfonía “De los mil”) se dividirá en dos secuencias. Las Sinfonías Primera, Cuarta, Sexta y Novena conservarán la disposición tradicional en cuatro movimientos.

Orquesta Filarmónica de Viena dirigida por Mahler en 1935. Óleo de Max Appenheimer - Oesterreichsche Galerie, Viena, Austria

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Desde el punto de vista de la incidencia literaria, las Sinfonías Tercera y Octava, tienen origen extramusical : la Tercera como reflejo del Zarathustra de Nietzsche y la Octava como trascripción de la segunda parte del final del Fausto II de Goethe, lo único que el oyente tiene que hacer es seguir los textos y conocerá lo que ocurre en la obras.
En el estreno de la Octava Sinfonía entre otros grandes artistas se encontraban Stefan Zweig y Thomas Mann. La impresión que la obra deja en Mann hace que muchos años después cuando escriba su Doktor Faust, llevará a la novela las impresiones del estreno, al describir el oratorio de su personaje Leverkühn.
Desde el ángulo más vecino a Liszt, el primer movimiento de la Segunda Sinfonía ha nacido como poema sinfónico, sin programa detallado aunque por el título de “Celebración de la muerte” (Totenfeier) se aprecia la influencia de los poemas de Richard Strauss.
Un hito curioso en la vida del compositor fue la identificación de su música con los poemas de una antología de poetas chinos llamada La flauta china traducida al alemán por Hans Bethge. El libro llegó a las manos de Mahler como regalo de un amigo.
Después de la Sinfonía de los Mil, compuesta en un verano, La canción de la tierra, afirma el dominio de recursos del músico y expresa la identificación con el espíritu de los poemas chinos al punto de concebir la adaptación de algunos de cara a la composición. En los primeros movimientos Mahler eligió versos de Li-Tai-Po que se expresan bellamente en los momentos orquestales.
A los versos de Wang-Wei y Mong-Kao-Yen añadió algunos versos propios que se reúnen en una dilatada estructura y van a funcionar como Coda del movimiento.
Sorprende esta combinación de artistas de lugares tan distantes uno de otro como son Austria y China. En el arte se desvanecen las fronteras. ¿Acaso los temas tan universales como la fugacidad del tiempo y de la vida, la exaltación de la naturaleza, el sentimiento de desesperación, soledad y desarraigo, no están tan presentes en la música poética de este artista excepcional que es Gustav Mahler como en los poemas musicales de los poetas chinos?
PUBLICADO EN EL Nº 14 INVIERNO 2008

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