por Emilce Strucchi
Me propongo esbozar un panorama del trabajo artístico —especialmente el poético— de Susana Thénon (1935-1991). No abundan los datos biográficos sobre esta poeta y fotógrafa argentina, y su excelente obra es difícil de hallar. Sin embargo, como no soy historiadora, ni crítica de arte ni doctora en letras, quizás sea posible aceptarme una perspectiva menos erudita: de seducida lectora y aprendiz, poeta deslumbrada-alumbrada y, hay que admitirlo, psicóloga inevitablemente sacudida por su poética de contrastes y rupturas, reveladores claroscuros y espacios imposibles.
En la danza —me aventuro a afirmar— se roza apenas un espacio continuamente perdido (cuyo intento fallido de posesión podría ser, por ejemplo, una fotografía de la bailarina Iris Scaccheri interpretando Carmina Burana en Bonn), así como en la música —también me atrevo a aseverar— apenas se capta un lapso de tiempo del silencio perpetuo interrumpido; y todo, en la poética de Susana Thénon: ritmo conciente de sí y de sus múltiples tonalidades, búsqueda permanente del espacio y el tiempo que, siempre presentes en su imposibilidad, son testigos que soportan lo fugaz, que sostienen la «permanente pérdida» del yo-cuerpo. Así es cómo la muerte se presenta: convocada para conjurar y a la vez dar cuenta de la muerte. Es al menos probable que no otra haya sido la exploración, también, en la obra fotográfica de Thénon —en particular en las fotos que tomara a la bailarina ya mencionada—, que coincide aproximadamente con el período en que no aparecen poemas inéditos fechados por ella. 1
En un claro análisis, María Negroni se refirió a los poemas de Susana Thénon como dispuestos para combatirse a sí mismos.2 Además, pareciera que en ese combate, los ritmos y sonidos son testimonio de la trampa del silencio primordial; asimismo, en su poética también hay una insistencia en la búsqueda de lugares imposibles: un lenguaje cuya insuficiencia se plasmará en su ruptura. En sus Cartas a Renata Treitel, poeta y traductora norteamericana, en 1983 dice Thénon: «Lo que hace Oliverio Girondo con las palabras yo estoy haciéndolo con la sintaxis. Yo estoy estirando el lenguaje, rompiéndolo, llevando al máximo todas las posibilidades que puede ofrecerme el Español aún con incoherencias y estoy reflejando un estado de cosas al mismo tiempo» […].
Si bien la poeta nos lo anuncia en sus primeras obras, Edad sin tregua (1958), Habitante de la nada (1959), y De lugares extraños (1967), es en distancias (1984) y, definitivamente, en Ova completa (1987), donde se consuma, al decir de Mariana Di Ció, la máxima disgregación del sujeto poético.3 Es momento de aclarar que los poemas elegidos para ilustrar tanto la evolución de nuestra poeta como los distintos conceptos que señalo, muchos de ellos en concordancia con la posición de Barrenechea y Negroni, se encuentran en nota aparte. Ello se debe a la importancia del manejo del espacio en muchos de ellos, lo que se hubiera perdido de citarlos en medio del texto: la referencia a extensiones, geometrías y lugares es clave en la obra de Thénon, y su temática es tan significativa como la diagramación de los poemas. 4
Refiriéndose a distancias, Susana Thénon admite que los poemas están vinculados con la disociación y la soledad, «con la caducidad trágica y tierna del lenguaje», tema que si estuvo insinuado antes, a partir de entonces estará de cuerpo presente y ya para no abandonarla. En Ova completa estalla y se condensa al mismo tiempo su extravío en ese lugar inhallable que impone ritmos inconclusos y estructuras quebradas, cacofonías y repeticiones, parodia y sátira despiadadas hasta el desgarro—; en fin, la ruptura (que atestigua nuestra humana tragedia) del lenguaje, cuya sintaxis resulta insuficiente para iluminar significados. Este poemario que se publicó en mil novecientos ochenta y siete constituye, a mi entender, la escenificación más acabada de la imposible meta de la significación. En este sentido, ella misma definió su escritura -en una carta fechada en 1984, cuando distancias ya estaba por editarse y seguía trabajando su «Ova»-, como «sigilosa», en su doble acepción: callada tanto como sellada.
Se podría sintetizar buena parte de lo anterior citando el prólogo I de La morada imposible, donde María Negroni nos dice de la poeta: […]«pareciera afirmar» […] que «en las palabras canta siempre el orden de la muerte, es decir lo ya cantado», al tiempo que plantea su concepción «del mundo—como—enigma y del lenguaje—como-ceguera». El lenguaje contradictorio de Thénon no hace más que leer y traducir el mundo contradictorio, con simultaneidad enloquecedora de opuestos, con despedazamientos y reconstrucciones repentinas.
Muy reveladoras sobre la obra de la poeta, y también muestra parcial de su personalidad, son las cartas dirigidas a Ana María Barrenechea y a Renata Treitel (quien tradujo distancias), en las que cuenta que luego de escribir por «inspiración compulsiva», hacía un trabajo intensísimo durante el cual sacrificaba incluso muchos versos: […] “todo (una letra, una terminación, un singular, una concordancia, la juntura de expresiones que a fuerza de nítidas caen en la ambigüedad absoluta) tiene inmensa importancia. Estoy logrando una multiplicidad de discurso diferente” […]. O bien manifiesta que sus transgresiones gramaticales y sintácticas tenían la firme voluntad de reconstruir o des-construir una suerte de pensamiento pre—verbal, anterior al estado verbal; claro que «Para destruir algo es necesario que ese algo esté allí», afirmó Thénon. Es decir que realizaba un gran trabajo previo de elaboración tanto gramatical como sintáctica; lo que resulta a todas luces indudable al leerla, tarea gozosa donde nos sorprende con piruetas, ascensos y caídas abruptas, donde todo puede suceder y coexistir, y a su vez, nada es azaroso: ni el uso de los paréntesis, ni la letra cursiva, ni el espacio entre palabras.
De su vida personal hay casi ningún dato, salvo la referencia a su padre (psiquiatra), la amistad que la unía a Barrenechea, comentarios sobre su labor universitaria. Por otra parte, la selección de poemas reunidos en La morada imposible (tanto editados como inéditos), su trabajo como fotógrafa, sus ensayos, la traducción de Rainer María Rilke y la «ilustración» fotográfica de muchos de sus poemas; en definitiva, sus múltiples formas de expresarse, nos hablan de una férrea voluntad de trabajo y búsqueda, nos muestran a una artista que siempre fue por más, hasta encontrar los márgenes -y en los aledaños/ hemos/ anclado, finaliza Edad sin tregua- en los que no siempre fue aceptada. “Además, al final sí te entienden, aunque no necesariamente te acepten. […] ¿Por qué, entonces, mutilar la única ilusión de libertad que tenemos? Me refiero a los lenguajes (a todos ellos)”, escribió en otra de sus cartas.
Mucho de su personalidad inconformista —libre hasta el dolor de su conciencia de esa libertad y su límite, que le permite también contradecirse «cuando me dé la gana»—, nos llega tanto en su obra poética como en sus afirmaciones sobre la poesía: su decir y su hacer llevan el sello de lo genuino. Tanto como la llevan algunos pacientes -si se me permite la extensión, ilícita, se me podrá lógicamente reprochar- que en los bordes de la locura ¿o la cordura?, dicen y hacen con un lenguaje extrañado y una conducta extrañada, buscando alguna palabra o acto para significar, al menos, el dolor de la limitación; inventando, creando mundos que presten algún sentido aunque sea provisorio a la experiencia incomprensible del dolor.
No es posible encasillar a Susana Thénon más allá de reconocer su histórica pertenencia a la generación del 60, cierta (discutible, también) cercanía con Alejandra Pizarnik y una indudable herencia de O. Girondo. Ella, por otra parte, manifestaría su rechazo burlándose de cualquier intento en esa dirección. Baste, para verificarlo, citar algunos versos de LA ANTOLOGÍA, en Ova Completa: […] y estoy en Argentina becada/ por la Putifar Comissión/ para hacer una antología/ de escritoras en vías de desarrollo/ desarrolladas y también menopáusicas/ aunque es cosa sabida que sea como fuere/ todas las que escribieron y escribirán en Argentina/ ya pertenecen a la generación del 60/ incluso las que están en guardería/ e inclusísimamente las que están en geriátrico […].
Para finalizar, porque de algún modo se debe poner punto final a este trabajo, agrego una generalización que estimo prudente —considerando que la Thénon no era amiga de generalizaciones—: la poética de Susana Thénon ilumina amplios sectores de significado antes en sombras, para oscurecer tantos otros que entonces se constituyen en nuevos desafíos; esa artesanía de claroscuros —también hallada en sus fotos— que nuestra «dama» maneja con maestría singular, deviene en poesía auténtica, enorme. Y tan así de enorme es su lugar imposible, que extraña y enceguece, descifra e ilumina: Vengo de lugares extraños/ con dos ojos vencidos de miseria y memoria. […] Soy dos ojos brillantes, / de miedo de no verte, ya ciegos.
NO
Me niego a ser poseída
por palabras, por jaulas,
por geometrías abyectas.
Me niego a ser
encasillada,
rota,
absorbida.
Sólo yo sé cómo destruirme,
cómo golpear mi cabeza
contra la cabeza del cielo,
cómo cortar mis manos y sentirlas de noche
creciéndome hacia adentro.
Me niego a recibir esta muerte,
este dolor,
estos planes tramados, inconmovibles.
Sólo yo conozco el dolor
que lleva mi nombre
y sólo yo conozco la casa de mi muerte.
De Habitante de la nada (1959)
Volverá esa mujer de muchos nombres,
su mirada sin ojos.
Ella gritaba ya en los corredores
como un cardumen de violines rabiosos,
ya se nutrían las cornejas
de su hermosura
cuando avanzaba yo
por los puentes de mi madre,
desnuda y mínima,
para iniciar el gran error.
De De lugares extraños (1967)
31
ya ya
u no u
mano umano
por aquí
primera puerta
a la derecha por favor
tire empuje
no está se fue no
tan a la derecha por favooorr
o se equivocará de VOOORR
su car neoliva
¿sí? tanle jos que ¿sí por favor?
su car neallá doblando la escalera
¿sí? tarde ya yago no se encuentra
¿ve? no está quería
sumitad infier vuelva mañana no
más u no ya
¿sí?
NADAH
De distancias (1984)
PUNTO FINAL
“la picana en el ropero
todavía está colgada
nadie en ella amputa nada
ni hace sus voltios vibrar”
¡ESO ES DECLAMACIÓN!
De Ova completa (1987)
1 Susana Thénon dejó muchos poemas sin editar. Entre 1967 y 1981 no se registran poemas inéditos. Una de las hipótesis que plantean Barrenechea y Negroni se refiere a que en este periodo la artista estuvo muy dedicada a su intensa y exitosa carrera como fotógrafa (aunque también podría ser que poemas escritos en esa etapa estén incluidos en sus libros publicados, o bien que se encuentren entre los inéditos y sin fechar).
2 La morada imposible, Susana Thénon. Edición a cargo de Ana M. Barrenechea y María Negroni. Tomos 1 y 2. Corregidor, 2001 y 2004. Buenos Aires.
3 Di Ció, Mariana. “La ‘quebrada geometría de Edad sin tregua de Susana Thénon”. En http://www.ucm.es/info/especulo/numero26/thenon.html
4 Con esta muestra de poemas se intenta ilustrar, al menos de forma aproximada, la secuencia de desarrollo desde Edad sin tregua hasta Ova completa.
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